Otra Vez

Ya se volvieron costumbre las falsas promesas, que a diario recuerdo y me torturan: hoy te visito; en estos días hablamos; quiero hacerte feliz; espero que estas salidas, de sólo los dos, se repitan…
Desaparece por favor, no me hagas más daño, no hagas como si te interesara, porque ambos sabemos que no es así.
Esos te quiero que se te escapaban… fueron deslices,  así es como yo los llamaría.
No me sirve que me quieras a ratos, quiéreme bien, quiéreme bonito, o mejor no lo hagas.
Dicen que al que le van a dar hasta le guardan, puede que si, pero yo ya no quiero de su cariño: frío, reposado y con natas.

Deja un comentario